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sábado, 3 de noviembre de 2007

El urbanismo salvaje, un cuento interminable y malabarismos lingüísticos

La destrucción [sistemática] del litoral [mediterráneo], un tema ampliamente cubierto por el diario EL PAÍS sectorizando prácticamente la costa a escala de desmanes urbanísticos. A título de ejemplo, basándome en el artículo publicado el 3-11-2007 "La costa más amenzada por las promociones", se comenta que "Almería vive probablemente la mayor explosión urbanística en el Mediterráneo". Si bien el término "explosión" es de carácter metafórico en este contexto, no deja de causar asombro, porque instila algo imprevisto y repentino, o sea, lo propio de tal acontecimiento. Siguiendo este hilo se producen algunas coincidencias en el tiempo un poco raras que podrán servir de catalizador. Vamos por partes.

Ahondando algo más en el tema de las definiciones, he aquí una breve excursión complementaria al terreno lingüístico. Como bien se dice en dicho artículo, al tratarse de destrucción [sistemática], esto implica una actividad, un proceso prolongado en el tiempo, algo a la vista de todo el mundo, por lo que hay que preguntarse si las autoridades competentes del Gobierno central han estado ciegas y / o han hecho la vista gorda a lo largo de la evolución de este fenómeno a las puertas de los Gobiernos autónomos, donde a partir de un determinado momento también debería haber intervenido el Gobierno central si quedan invadidas sus competencias establecidas por la ley de Costas. Dicho sea de paso, "deterioro" se refiere más bien a un proceso natural, como si no estuviera metida la mano del hombre. Sin embargo, este proceso no tiene nada de natural, es más: es de carácter "consensuado" a lo largo de buena parte de su evolución.

Surge la pregunta por qué el Gobierno central, a través del ministerio de Medio Ambiente, está iniciando estas actividades un tanto frenéticas justamente ahora. Puede que confluyan algunos criterios en el tiempo donde éste es un factor determinante. Primero: la costa ya no permite más construcciones, prácticamente ya no hay más sitio. El respeto a la ley de Costas llevado a un extremo con el beneplácito de todas las partes implicadas; las competencias, invadidas. El boom de la construcción no está experimentando una inflexión sólo en el interior del país, sino ha llegado a su fin material en lo que respecto a la costa. Las partes implicadas han hecho su agosto. Segundo: corren tiempos preelectorales cuando el clientelismo político marca las pautas y tiene sus padrinos. Y los desmanes urbanísticos tienen varios cuyos intereses se entrecruzan. A continuación se citan algunas de unas perlas que ya son perogrulladas: "degradaciones paisajísticas en San José e importantes ocupaciones urbanísticas del litoral; deterioro de paisajes agrarios tradicionales, sobreexplotación de calderos de pesca, sobreexplotación y salinización de acuíferos, abandono del patrimonio arqueológico e insuficiente lanificación urbanística", según comenta EL PAÍS en el artículo arriba citado.

Conclusión: un brindis al sol, se le ha visto el plumero.

Saludos PATO

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