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martes, 3 de mayo de 2011

Ars vivendi insostenible

Mário Soares, ex-presidente y primer ministro de Portugal, en su artículo España y Portugal en el contexto europeo, publicado el 04-04-2011, no tiene pelos en la lengua y va directamente al meollo de la cuestión, criticando que algunos de los principios de los llamados Padres Fundadores como, p. ej., "igualdad y solidaridad entre todos los Estados miembros, han desaparecido".
Sin embargo, mal que nos pese, las cifras cantan, en este caso en España y Portugal, algo que a su vez manifiesta la enquistada división Norte Sur en la UE, un tópico - políticamente incorrecto - que no se ha superado a pesar de los citados principios. Por tanto, estos equivalen simple y llanamente a hablar de boquilla a la hora de enfocar el principio de economicidad, algo que, lamenablemente, prevalece en los tiempos que corren. De ahí que, mirándolo bajo este prisma, el ars vivendi, interpretado en el sentido más amplio de la palabra, de unos y financiado por otros resulte insostenible a la larga.

Pato

Consecuencias impuestas por terceros

El artículo "El juicio argentino a Franco, pendiente de España", publicado por EL PAÍS en su edición del 05-09-2010, llama la atención por el enfoque por parte de una tercera nación, concretamente Argentina. De ahí que surja la cuestión ¿se necesita la intervención de una tercera nación como Argentina para aclarar los actos cometidos por republicanos y franquistas enfrentados en la Guerra Civil Española?

La Guerra Civil se dio por terminada en 1939; la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Fueron los Juicios de Núremberg que sentaron en el banquillo a los cabecillas nazis de Alemania. Los delitos que se les imputaron eran crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, genocidio y guerra de agresión. Estos juicios sentaron cátedra jurídica, por lo que en 1945 fue creada la Corte Internacional de Justicia en La Haya.

Los juicios de Núremberg fueron regentados por los Aliados, es decir, a parte de ser ganadores de la II Guerra Mundial, eran naciones terceras. La Guerra Civil Española fue fratricida, por lo que no hubo nación tercera que ganara. La "solución" española al problema fue la ley de Amnistía de 1977 y la de Memoria Histórica de 2007. ¿Sirvieron de olvido y perdón? Dicho sea de paso que Argentina también tuvo sus leyes de Punto Final (1986) y de Obediencia Debida (1987), leyes estas que fueron derogadas por Gobiernos posteriores con las oportunas consecuencias jurídicas para los militares involucrados en los delitos en cuestión. Justicia al final.

Por lo visto, el olvido dictado por leyes resulta un tanto difícil, por no decir imposible, según los resultados evidentes. Por fin, ¿habrá consecuencias jurídicas que se impongan por una tercera nación?

Pato

¿Qué populismo?

¡No hay que tomar el rábano por las hojas! El aludido populismo derechista al que hace referencia Tomás Gómez, corresponsal de EL PAÍS en Berlín, en su artículo publicado en este diario bajo el título "El populismo amenaza la zona euro", hace precisamente esto. Si bien habrá más que justificadas razones a la hora de meter en el mismo saco de descontento generalizado todo lo relacionado con la inmigración, el despilfarro de los países del sur comunitario, los refugiados procedentes del norte de África y, para colmar el vaso, los Auténticos Finlandeses con su espectacular afloramiento de las elecciones de aquel país nórdico, las conclusiones son, desde luego, muy distintas.
Vamos por partes. Conviene aclarar primero que el populismo (sesgado y peyorativo) al que ataca el autor es la consecuencia y no el origen de los referidos males en los que está inmerso la UE. El descontento de los que pagan el pato por muchos platos rotos por los llamados despilfarradores está siendo aprovechado por la derecha que se sube al tren que va ganando defensores a medida que se van ahondando los problemas. Respetar causa y efecto, por lo que conviene no encapricharse por un término populista para no equivocarse a la hora de tomar el rábano.

Pato

Cuestión de cualificación

Un siglo de tránsito por otras lenguas, magnífico reportaje publicado por EL PAÍS el 29-03-2011. Una tupida red de 300 escuelas oficiales de idiomas repartidas por toda la geografía española al servicio de la enseñanza, un hilo conductor que refleja la importancia de los idiomas a través del tiempo y, por supuesto, en la actualidad, caracterizada esta por un entorno de creciente globalización. "Están en plena lucha para conseguir poder impartir y certificar el nivel C, el más alto según el marco de referencia europeo", un loable objetivo de cara al alumnado por una parte, el cual, a su vez, requiere la correspondiente cualificación de los profesores, por otra. Por supuesto, esta última no se cuestiona, sin embargo, ¿cuál es? Una pregunta que me parece más que justificada para despejar cualquier incógnita que pueda haber en un campo en el que el hispanohablante no destaca por sus destrezas, algo del que este diario se ha hecho eco en varias ocasiones.

Pato

Doctoritis

Volviendo sobre la "fauna política alemana" a la que hace referencia el artículo Políticos, doctores y otros animales, cuyo autor es Fernando Vallespín, conviene ampliar un poco el hábitat donde suelen acomodarse sus habitantes, dejando aparte lo anecdótico y tragicómico del plagio cometido por el barón alemán zu Guttenberg en su tesis doctoral . Si bien es cierto que en Alemania hay una acusada tendencia a la titulitis académica, no deja de ser menos cierto que algunos destacados políticos españoles (de menos alcurnia, hay que admitirlo) también optaron en su momento por obtener un doctorado nacional y / o internacional como complemento de sus carreras universitarias, p. ej., J. Almunia, J. Leguina, R. Rato y P. Solbes. Este hecho contrasta, de cierto modo, con lo que sostiene el autor del referido artículo donde dice que "... entre nosotros ningún político en su sano juicio puede imaginar jamás que un título de doctor pueda servir para algo en el ejercicio de su empeño profesional". Pues, así las cosas, la obtención del doctorado por parte de los citados políticos españoles habrá sido por puro afán o cualquier otro motivo subliminal que pueda esconderse detrás de la aludida doctoritis.

Pato