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martes, 25 de septiembre de 2007

Rumbo turístico invertido ante el cambio climático

En palabras de Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, pronunciadas ante la asamblea de Naciones Unidas a últimos de septiembre de 2007 sobre el tema de la amenaza del cambio climático: "Los más pobres son los que menos han contribuido al problema y los que más lo sufren".
Sarkozy, el presidente de Francia, comentó que "el coste de no invertir sería inconmensurable: del 5 al 20% del PIB mundial". Una afirmación por el estilo también la hicieron los científicos que trabajan para la ONU en esta materia. Según ellos, "cuanto más se tarde en hacer algo frente a los desafíos del cambio climático, tanto más costosa será la acción".

Estas manifestaciones deberían ser lo suficientemente claras como para subrayar la enorme importancia que tiene también la vertiente económica del cambio climático a escala global. Dado que estamos todos en el mismo barco, este tema afecta a todos, a unos más a otros menos.

Limitémonos a España donde el 11 % del PIB corresponde al turismo, una cifra que se debe a los 58 millones de turistas extranjeros al año. Un turismo de masas en busca del sol veraniego, procedente del centro y norte de Europa. Sin embargo, los flujos turísticos se verán enfrentados a una paulatina subida de las temperaturas veraniegas en sus destinos vacacionales sureños en un futuro no tan lejano. Como la vertiente económica del fenómeno estará en función de la climatológica, he aquí algunos datos relevantes al respecto sacados de un estudio realizado por el ministerio de Medio Ambiente de España: las temperaturas máximas esperadas para el periodo comprendido entre 2040 y 2070 serán de 3,2 a 3,6 grados superiores a las actuales. Después de 2070, incluso hasta 7,0 grados. Según la web http://www.elpais.com/articulo/sociedad/ONU/advierte/calentamiento/global/sera/rapido/destrutivo/elpepusoc/20070406elpepusoc_2/Tes, la subida de las temperaturas esperada para el sur de Europa se situará por encima del promedio global. O expresado en duros términos geográficos: en la segunda mitad de este siglo Barcelona tendrá un clima equiparable al de la actual Sevilla; Sevilla a su vez, al de la capital de Egipto El Cairo. Para más detalles véase la web http://www.focus.de/reisen/urlaubstipps/klimawandel_aid_63774.html

Hasta este punto la referencia ha sido la de la temperatura del aire. Sin embargo, esta subida da lugar a que la del mar vaya en aumento igualmente, en el caso nuestro, la del Mediterráneo, que es un mar interior. Basándonos en que la mayor parte de los turistas es de playa, muchas playas irán menguando o desaparecerán del todo. De acuerdo con unas estimaciones realizadas por la universidad de Cantabria, el nivel del mar en las costas septentrionales españolas bañadas por el Atlántico subirá aproximadamente 35 cm hasta 2050; el de las costas del Mediterráneo y del golfo de Cádiz, aproximadamente 10 cm. Esto significa que las playas mediterráneas se irán reduciendo un promedio de 15 metros. "No me compraría, p. ej., un chalet en la zona de playa de La Manga (sureste de España)", comenta el oceanógrafo Costas Raúl Medina. "Esto sería una mala inversión, pues dudo que mis hijos puedan disfrutarlo aún".

Es aquí donde se cierra el círculo. Si avanza el cambio climático (no cabe la menor duda que no deja de hacerlo), los flujos turísticos llegarán a "secarse", según advierten los expertos de la comisión comunitaria. En lugar de desplazarse el turista del norte al sur lo hará a la inversa, del sur al norte, para pasar sus vacaciones de verano, p. ej., a orillas del mar del Norte y el Báltico. O tendrá que optar por otro modelo: ir de vacaciones en el invierno septentrional para ir en busca del sol en el austral (del hemisferio norte, por supuesto), con la situación climatológica que quepa entonces para ser aplicada a estas dos estaciones. Un desastre económico para unos, una opción para otros, desde la actual óptica económica de este fenómeno. Habrá que ir creando otras soluciones turísticas distintas de las simplemente playeras para llenar este hueco.

El flujo sur-norte ya lo estamos experimentando a diario en España y en otros países de la orilla norte del Mediterráneo. Los mejores testigos materiales: cayucos y pateras. La única diferencia es que no es de origen turístico, pero sí la vanguardia de lo que se está vaticinando en Europa a raíz del cambio climático. La actual desertificación y la degradación del medio ambiente del Sahel africano, uno de los escenarios de origen de la actualidad migratoria y sus ecorrefugiados, irá avanzando hacia el norte. No hay ni habrá fronteras ante este fenómeno antropogénico. Cualquiera sabe si nuestros hijos y nietos también hablarán de ecorrefugiados o simplemente de turistas que se han visto obligados a cambiar de rutina vacacional. Pero algo sí está claro: habrá cambio.

Saludos PATO

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