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miércoles, 15 de agosto de 2007

Suplemento al post "Productos peligrosos de origen chino"


Para redondear la visión sobre el problema que nos (pre)ocupa, he aquí un suplemento al anterior post "Productos peligrosos de origen chino". El mismo se obtiene, por así decirlo, abriendo el melón del monográfico Guerra mundial por el bienestar publicado por el semanario alemán Der Spiegel, n° 37, del 11-09-2006, cuyo autor es Gabor Steingart. Los siguientes títulos capciosos adaptados por el autor de este post se presentan en clave de las ideas y perspectivas centrales del artículo original que enfocan el papel de la mano de obra.

Manifiesta un alto directivo de Occidente:

"Les ayudamos a hacer emigrar sus problemas".
Los fantasmas se hacen realidad.
Una nueva topografía del poder y de la riqueza puede percibirse, una topografía que augura pocas bondades para millones de personas en Occidente:

Proyección

El ascenso de Asia supone su descenso.

Nacieron en un mundo que pronto dejará de existir. Lo que están viendo en Asia no es una continuación de su presente, sino el comienzo de un nuevo presente.

En realidad se han invertido los roles de los ganadores y perdedores de la guerra librada por el bienestar.

El descenso de una superpotencia va acompañado del ascenso de otra.

El mundo occidental funcionaba bien porque en otros lugares no lo hacía.

Sistemas democráticos dan preferencia a mercados abiertos,
sin embargo, esta simpatía no se basa en la reciprocidad, es decir:
mercados abiertos no dan preferencia, necesariamente, a sistemas democráticos.

De momento, China debe aceptar las reglas de juego impuestas por Occidente. No obstante, dentro de algunos años es probable que deje de respetar estas reglas. Entonces empezará Occidente a aprender las lecciones impartidas por China.

En los periódicos primero aparecen los términos mala gestión, crisis, plan de saneamiento, recorte de plantillas.

Al final, la capacidad de sobrevivencia de los puestos de trabajo queda determinada simple y llanamente por una cuestión que resulta imposible ser superada por su sencillez: ¿Se conseguirá que capital genere más capital?

El trabajo y la mano de obra no comparten la misma simbiosis. Ésta es su desventaja desde un principio. Su ir y venir cruzando fronteras podía frenarse. Sin embargo, sus puestos de trabajo no pueden detenerse por la fuerza militar.

El intercambio de mercancías entre las naciones comprendía muchas cosas. Se exportaban y se importaban, el dinero salía de un país y volvía a entrar, no obstante, no hubía exportación / importación de mano de obra.
Se pagaban sueldos y no limosmas, niños seguían siendo niños y no se convertían en criados.

El capital se situaba a gran distancia de las galaxias de la pobreza.

El capitalista de la vieja escuela más bien era de tipo casero.

El capitalista moderno pasa mucho tiempo en el avión, el mundo entero es su casa.

Igual que él, los puestos de trabajo atraviesan la geografía mundial, salen de Occidente para aparecer en otro país.

Se ha producido algo increíble que nadie esperaba. Se ha creado un mercado de trabajo a escala mundial que se está expandiendo diariamente y que está cambiando la vida y el trabajo de miles de millones de personas.

Los expertos financieros bombean su capital por el ciclo económico, las mercancías siguen, y por primera vez en la historia se ven enfrentados miles de millones de gentes sencillas.

El capital, las materias primas y la mano de obra humana se están comercializando en la acutalidad como antaño la plata y la seda.

¡Qué cambiazo en la relación de fuerzas!
Los 350 millones de individuos caros, pero bien formados de Occidente,
que acababan de repartir entre sí una gran parte del pastel de la producción mundial, han pasado a ser minoría de la noche a la mañana.

A raíz de las altas tasas de fertilidad de los países emergentes, son enormes las masas humanas que van produciéndose y que están sedientos de prestar servicio en el mercado laboral globalizado. Quieren trabajar cueste lo que cueste.

Es mano de obra en lista de espera.
Muchos de ellos nunca han tenido un puesto de trabajo en condiciones. Viven en condiciones infrahumanas, algo que querrán dejar atrás, por supuesto. De ahí que acudan en masa a las fábricas, las grandes naves y las megaobras. El potencial de mano de obra va arrojando un crecimiento diario de 200 000 personas desde los años noventa.

Todos ellos se dirigen a aquellos sitios donde suponen que hay bienestar y crecimiento, lugares que les permitan coger un pedazo de futuro algo más jugoso y sustancioso que su propio presente.

La historia nunca ha presenciado una oferta tan amplia de mano de obra. Una auténtica inflación de 'brazos' puesto que no va compensada, ni en lo más remoto, por una demanda que pueda compararse con la misma.

Esta suerte les coge a los empresarios occidentales totalmente desprevenidos. Los Gobiernos dan la bienvenida a esta mano de obra, poniéndole una alfombra roja.

Los salarios y los estándares de vida de la mano de obra sin cualificar toman unos rumbos listos para entrechocar. Por más inri, es precisamente el capital que procura que se vaya imponiendo la vieja demanda defendida por la izquierda que decía que a igual trabajo, igual salario.
Uno de los grandes errores cometidos en los tiempos que corren es creer que los millones de obreros migratorios chinos y los empleados (sujetos a cómodos convenios colectivos) de Wolfsburg no tienen nada que ver los unos con los otros. Aparentemente es así, pero la realidad es diferente.

El obrero migratorio, que a menudo vegeta en infraviendas tipo jaula y trabaja en una firma proveedora de una fábrica de automóviles china, compite con el obrero de contrato fijo, bien sin cualifiicar, de la misma fábrica china. Los salarios de ambos se sitúan a muy poca distancia el uno del otro. El obrero migratorio tiene el vivo deseo de ocupar el puesto de su compatriota de contrato fijo.
Ambos son unos enconados competidores salariales.

Por supuesto, el peón procura escaparse de esta competencia salarial. Quiere ascender a obrero cualificado de la fábrica automovilística china haciendo horas extraordinarias, participando en cursillos de formación, demostrando disciplina salarial.

Una vez conseguido el ascenso y con varios años de experiencia a sus espaldas, este obrero se alza en contrincante del constructor de automóviles occidental. A nivel personal no se conocen, no obstante, en términos económicos el uno depende del otro. Los sistemas informáticos de la alta dirección almacenan los datos salariales y de rendimiento de los contrincantes.

Conclusión: Habrá que cambiar las reglas de juego.

Saludos PATO

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