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miércoles, 15 de agosto de 2007

Productos peligrosos de origen chino

Noticia destacada del día (15-08-2007) de la prensa internacional:

ESPAÑA:
La Razón Digital: "Mattel retira 18,2 millones de juguetes"
El Mundo: "Mattel anuncia la retirada de más de medio millón de juguetes en España"
EL PAÍS: "Mattel retira 18,2 millones de juguetes"

GB / EE UU:
Noticias varias Internet: "Mattel recalls millions of hazardous toys"

FRANCIA:
Noticas varias Internet: "Mattel rappelle 570 jouets vendus en France"

ALEMANIA:
Noticias varias Internet: "Rückruf von 18 Millionen Spielzeugen"

BRASIL:
Noticas varias Internet: "Fabricante faz recall de 21 milhões de brinquedos"

¡Huele que apesta! Éste es el reflejo vergonzoso de la cara del comercio globalizado que sólo salta a la arena internacional si alcanza estas dimensiones. No nos solemos enterar si se desenvuelve dentro de unos parámetros "normales", por lo bajini.

Los hechos:
Productos contaminados con plomo procedentes de China, concretamente "de uno de los proveedores de Mattel en China ... quien subcontrató la pintura de los componentes del juguete a otro proveedor ..., incumpliendo los estándares de Mattel y utilizó pintura procedente de un proveedor no autorizado". (seg. informa EL PAÍS). O sea, subcontratos ad infinitum. A río revuelto, ganancia de pescadores. Pero vamos por partes.

Sigue comentando EL PAÍS que "el presidente de la juguetera aseguró que van a reforzar el sistema de vigilancia, introduciendo controles más rigurosos para que sus distribuidores no esquiven los procedimientos de calidad".

Al final de cuentas, el efecto y las medidas tomadas al respecto por la comunidad internacional afectada pueden compararse con un brindis al sol. "Es totalmente inaceptable" señaló Nancy Ford, presidenta en funciones de la Comisión de Seguridad de Productos para los Consumidores de EE UU" (seg. informa La Razón Digital). "En la UE y en España no ha habido una reacción oficial" (seg. comenta EL PAÍS).

El Mundo se hace eco de un estudio llevado a cabo por la Universidad de Pekín que arroja unas imágenes espeluznantes sobre las prácticas seguidas en aquel país.

"A pesar de las prohibiciones sobre estas sustancias, un estudio de la Universidad de Pekín llevado a cabo en 2004 desveló que el 34% de los niños chinos tenía niveles de plomo en sangre superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS); un dato que hace sospechar de la laxitud en el cumplimiento de estas restricciones. En este caso, por la cantidad de los productos afectados, expertos en plomo aseguran que no se trata de un caso de "contaminación accidental por plomo", sino que estaríamos hablando de "una práctica habitual".

De modo que en aquel país todo ello debe de dar lo mismo. Sin embargo, la escena comercial globalizada, de orientación occidental, es decir, de unos valores que se supone son distintos, ha estado mirando para otro lado y ha tenido la desfachatez de ignorar todas estas prácticas y resultados in situ, siguiendo la práctica de business as usual. Algo como "ojos que no ven, corazón que no siente". La famosa punta del iceberg. Pero ahora toca la "china" a Occidente. Ya se está clamando a Dios.

A estas alturas conviene facilitar alguna información de fondo que ilustre lo ocurrido, unas ideas clave que he sacado de un magnífico y revelador artículo monográfico (Guerra mundial por el bienestar) publicado en el n° 37 del semanario DER SPIEGEL, de fecha 11-09-2006, del que es autor Gabor Steingart.

"Por lo tanto, el papel del Estado en China es totalmente distinto. Hoy por hoy, China es el país con las condiciones más duras en el mercado laboral. En 2005 hubo en China aproximadamente 100:000 accidentes mortales en el ambiente laboral. Éstas son las cifras más altas jamás habidas en un país.

Los núcleos productivos de China y la India van siendo alimentados con una permanente fuente de nuevos impulsos energéticos que se obtienen de la corteza de la economía nacional. Pues es el Estado que se encarga de ir introduciendo a los parados / agricultores carentes de medios al proceso de producción.

El contraste que esto supone con respecto a Occidente no podía ser más patente. Mientras, principalmente, en Europa la mano de obra va siendo retirada para ser prejubilada, para buscarle trabajo, para facilitarle ayuda social o dejarla en el paro, Asia opta por una solución invertida. Nueva mano de obra va siendo alimentada al proceso de trabajo, en cambio a base de unas condiciones brutales que están siendo dictadas por el proceso propiamente dicho.

Es importante comprender la diferencia que hay entre un Estado emergente y una sociedad de despedida. Los parados occidentales son la energía nuclear del ayer, los parados chinos constituyen la reserva energética del mañana.

Los países emergentes no sólo alimentan mano de obra humana a su maquinaria, sino se nutren de un segundo criterio barato para ellos: el medio ambiente. Éste está siendo explotado a su antojo.

Los daños anuales causados al medio ambiente ya llegan a ser del orden del 10% del producto interior bruto.

La dictadura china y la democracia de la India se superan en su falta de escrúpulos por lo que se están aprovechando de la Naturaleza como fuente gratuita de materias primas y como vertedero. Desde la independencia de la India, 85 millones de hectáreas de tierra fértil pasaron a tener carácter desértico por pastoreo excesivo, uso excesivo de fertilizantes y salinización. De acuerdo con un plan de reforestación establecido en 1951, una tercera parte del país debería seguir con su arbolado. Según unas imágenes captadas por satélites, esta superficie ha quedado reducida a un 14%.

En consecuencia, el crecimiento económico de Asia no se basa solamente en un aumento del rendimiento aportado por humanos y maquinaria, sino también en un consumo acrescentado de los recursos medioambientales. Sirva el siguiente ejemplo para ilustrar esta relación: al producir los chinos un valor comercial de 10.000 dólares han aportado cuatro veces más de dichos recursos que los americanos.

Los daños medioambientales llegan a ser el 10% del PIB, cifra ésta que equivale a la del propio crecimiento económico.

Los Gobiernos occidentales muestran una gran indiferencia ante la actuación de los nuevos rivales y sus métodos brutales. Incluso las élites de los ámbitos comercial y cultural se han reducido al papel de un 'expectador de gorra' de un declive que se conceptúa como natural, algo que no es, desde luego.

Un malentendido que aparentemente justifica esta indolencia sirve de excusa para ello, a saber: la globalización como fuerza primitiva, un automatismo, algo inevitable a escala global del que pueden escaparse solamente pueblos de selvas vírgenes o regímenes totalitarios como, p. ej., Corea del Norte.

Por supuesto, los representantes de intereses nacionales, pasando por los sindicatos y los partidos a las corporaciones de artesanos han sufrido una pérdida de importancia en la era de la economía globalizada. Pero esto no es un documento que justifique la capitulación.
De ahí que se requiera un margen de actuación ampliado. Pues, los intereses de la mano de obra son tan globales como los del capital. A día de hoy deben quedar representados tanto fuera y dentro de los Estados nacionales.

La política salarial poco sirve para ello. Ésta establece los precios de la mano de obra local, pero no los de la competencia china.

Quien quiera influir en el precio de la mercancía - que es la mano de obra - y las condiciones en las que ésta se manifiesta debe amoldar sus métodos a las nuevas posibilidades. Esto significa que debe pasar del papel del político en materia salarial al de uno en el ámbito comercial.

Este último tiene mucha más influencia porque decide si hay que exigirles a sus compatriotas que compitan con 'lumpen proletarios' y criminales medioambientales.
Es el portero de la economía globalizada".


Estos comentarios son, según mi parecer, más que suficientes para abrir los ojos incluso a los más incrédulos y a la gente de buena fe y voluntad. Me refiero a un comentario publicado por el EL PAÍS en la edición arriba citada bajo el título "El Gobierno afirma que no ha recibido informes sobre la alerta", donde reza "La legislación española parte de un principio de buena voluntad ... "

¡Que juzguen los demás!

Saludos PATO

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