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jueves, 4 de agosto de 2011

Inmigración y sus "daños colaterales"

En su edición del 13-07-2011, EL PAÍS publica "País de parados busca inmigrantes", un título que es aparentemente contradictorio. Quisiera completar el mito del fontanero polaco añadiendo unos comentarios que van íntimamente ligados a las complejas relaciones existentes entre parados e inmigrantes: el caldo de cultivo que a menudo da lugar a la xenofobia como fenómeno acompañante. Como veremos, la historia de Alí, el turco que recoge la basura - un trabajo no bien visto - en un hipotético municipio alemán, se repite.

La crisis nos acompaña, igual que en los años 70 del siglo pasado, el final de la temporada alta de la emigración procedente de los países mediterráneos hacia el centro y norte de Europa, cuando se dieron los primeros síntomas de xenofobia en los países de destino sacudidos por la crisis económica. Los actuales flujos migratorios se han globalizado, son más heterogéneos que en aquel entonces y, a menudo, pecan de consenso. Dicho esto, valgámonos de unos personajes ficticios como Alí, Fátima, Adriana o Juan, dispuestos a realizar trabajos a los que muchos parados autóctonos no están dispuestos a acceder y mancharse las manos, para usar este símil. Este fenómeno relacionado con la inmigración nos va a acompañar para rato, implica un complejo entramado propicio para cultivar gérmenes xenófobos, un tejido que a su vez puede interpretarse como algo inherente a las crisis: los "daños colaterales".

Pato

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