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martes, 27 de marzo de 2007

Dehesa de Moncalvillo


ESCENARIO DE UN MEMORABLE ACONTECIMIENTO QUIJOTESCO

Acogiéndome al criterio de libre interpretación y al uso de la licencia poética, la “triste figura” del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha cobra vida, una vez más, animada e impulsada en esta ocasión por el siguiente extracto recogido de la obra a la que me remito: Parte primera, Capítulo octavo, donde reza:

“… Y en diciendo esto … con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo el correr de su asno, y cuando llegó, halló que no se podía menear, tal fue el golpe que dio con él Rocinante …”


DEL BUEN SUCESO QUE EL VALEROSO CABALLERO TUVO EN LA ESPANTABLE Y JAMAS IMAGINADA AVENTURA OCURRIDA EN LA DEHESA DE MONCALVILLO EL DIA 6 DEL MES DE JUNIO DEL AÑO 2004, CON OTROS SUCESOS DIGNOS DE FELICE RECORDACION

Un buen día la Dehesa de Moncalvillo de escenario servía,
plomizos los aires del joven verano corrían,
pesado el sordo zumbido de las moscas se hacía,
quebrado el silencio del verde entorno por las vacas mugiendo,
ausente del campamento la tropa de costumbre se hallaba,
los pertrechos y provisiones colocados a placer estaban,
de fiel guardián el infrascrito caballero se encontraba,
cuando, cual olas de mar imparables rugiendo,
el ganado vacuno, antes disperso por las praderas pacía,
en su bajada al pequeño embalse cada vez más cerca venía,
atraído mágicamente por olor a suculenta comida se veía,
las vacas, incluso alguna negrita brava, husmeando,
pese a los aspavientos del caballero errante se acercaban,
éste, recurriendo a un desesperado acto de valentía se veía,
mano de un compasivo automóvil cual Rocinante echaba,
a todo gas del pobre “jamelgo” contra los astados arremetiendo,
marcha atrás, marcha adelante, tocando la dócil bocina la solución veía,
el ganado, en vez de emprender la deseada huída, a trompicones avanzaba,
a sus anchas campando y todo a su antojo deglutiendo estaba,
ello a mayor desconcierto del caballero con las esperanzas desvaneciendo,
para, por fortuna de lo que del campamento y provisiones intacto quedaba,
y en actuando la referida tropa que de su vuelta a la redonda regresaba,
alarmada por el caballero errante y alucinada por el escenario estaba,
quien avanzando luces de socorro emitía cual espada blandiendo,
para cerrar la bestial incursión haciendo los aspavientos que a cuento venían.

¿Cuál es la moraleja de la historia?

NO TOQUES LA BOCINA A DESTIEMPO


Saludos PATO

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